sábado, 15 de octubre de 2011

15-O. La mundialización de la rebeldía. El día después del #15O

Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba sólo pueden aspirar a gestionar el deslizamiento de la democracia hacia nuevas formas de participación. Se están trasladando hacia la periferia de la política.  Los ciudadanos no ceden el protagonismo que demandan y que las tecnologías ponen al alcance de su mano. Estamos en las puertas de un nuevo paradigma de la democracia.

Es un orgullo inmenso haber participado en la primera movilización global. El día de mañana recordaremos lo que hicimos ayer con inmensa satisfacción. Estoy convencido de que es una fecha para la leyenda.

Más de noventa países del mundo acogiero cientos de manifestaciones ciudadanas que no tienen un liderazgo concreto sino la suma de las aspiraciones de recuperar la dignidad de la política y su supremacía sobre los intereses económicos de los poderosos.

Con todas las dificultades que conllevan los movimientos desvertebrados, lo ocurrido hoy en tantos rincones distintos y distantes del mundo anuncia un nuevo paradigma democrático en una insurrección sigilosa, pacífica y decidida que muestra la indignación de las personas comunes frente  a la ineficacia del actual sistema democrático, tal y como está concebido. El paso de la indignación a la rebeldía ya se ha dado.

La globalización de la indignación está provocando la internacionalización articulada de la rebeldía. Los líderes políticos han demostrado, sin excepciones, que no han entendido nada de las lecciones inevitables de esta crisis sistémica. En el mejor de los casos, y también resulta patético, la gran esperanza del siglo XXI, Barack Obama, ha explicitado su impotencia al afirmar que entiende las razones de los indignados. ¿Entiende, pero no puede hacer nada desde el inmenso poder que se le suponía al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica?

Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba y el extinto presidente Zapatero se deslizan hacia la periferia de la política. No han entendido nada de lo que está ocurriendo. Su aceptación de las reglas de juego de los mercados les incapacita para ser alternativa de futuro. A lo que aspiran, aunque todavía no lo sepan, es a gestionar el desprendimiento de la democracia, tal y como la conocemos hoy, del epicentro de la vida de los ciudadanos que empiezan a reclamar un cambio del sistema y del paradigma de la democracia.

Lo que está ocurriendo con la rebeldía trasladada a la globalización no se puede entender todavía. Forma parte del relato que la historia reserva para las grandes transformaciones. Las próximas décadas serán más aceleradas que las que promovieron la ilustración, la revolución francesa o la aparición del comunismo. Las tecnologías empujan las nuevas transformaciones con la rapidez que da la instantaneidad de la información. En Madrid se observaba la excepción de la violencia de Roma, la tensión de Berlín y la esperanza caminando por las calles de Santiago de Chile. Todo en tiempo  real, sin filtros interesados de los medios de comunicación que antes eran poderosos. Ahora no se puede impedir la transparencia.

Estamos en marcha hacia un nuevo modelo social en el que los ciudadanos van a arrasar el actual sistema de intermediación y representación para sustituirlo por otro que devuelva la dignidad a la política, que institucionalice el control democrático de la economía y que garantice el equilibrio social en la redistribución de la riqueza. Quienes todavía no se han dado cuenta debieran montarse en esta rebelión para no quedarse anclados en el pasado.

Carlos Carnicero

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