domingo, 21 de octubre de 2012

Nos mienten

La mentira está a la orden del día. El ilusionismo está de moda como instrumento político para que los grandes capitales se salgan con la suya. Una mentira en cada titular que se repite sin mesura en aras de crear ficticiamente una verdad. Contra este tipo de ilusionismo, sólo queda darle la vuelta a este mundo al revés. La crisis no es un meteorito. La integración de la Unión Europea ha desintegrado a Europa. El presidente que más gasta en temas militares, Obama, se llevó el Nobel de la paz. Una belicosa Unión Europea se lleva este año el mismo galardón. El problema en España no es la deuda pública sino la privada, la de los bancos, la de las grandes empresas. La evasión fiscal no se debe a la prestación por desempleo. La prima nunca tiene riesgo porque siempre ganan los mismos. Se propone corregir el déficit fiscal a cambio de más déficit social. El rescate es la mejor manera de hundir a los ciudadanos. La reforma no es laboral por ser una represión contra los trabajadores. Se llama justicia a quien sentencia a favor del BBVA en el caso de una dación de pago en detrimento de una familia que se quedará sin casa pero con deuda. Quienes actúan simbólicamente contra las injusticias llevándose comida de Mercadona son tildados como ladrones; mientras tanto, los banqueros siguen siendo símbolos mediáticos. La soberanía de Rajoy se reduce a la defensa de la cuenta de beneficios de una empresa como Repsol de capital extranjero mayoritario. La mayoría es inversamente proporcional a la minoría hiper representada. Nosotros somos el 99%, y ellos, con suerte, llegan al 1%. No votamos a quienes nos gobiernan. Todo esto y mucho más en el gran circo de la democracia trucada, donde ni siquiera quedan payasos que nos hagan reír, sino magos de poca monta y escapistas a la alemana, y eso sí, mucho prestidigitador a quien ya le vamos descubriendo todas sus fullerías.

Dos de las últimas colosales mentiras son: una, la creación del “banco malo” que paradójicamente es muy bueno para los grandes intereses económicos, y dos, la trampa de la compra de deuda pública española por parte del Banco Central Europeo (BCE). Ambas noticias han sido vendidas con júbilo por las magníficas consecuencias para la economía española, entendida ésta miopemente como la prima de riesgo y los beneficios de las empresas que participan en bolsa. Es cierto que la prima bajó, pero quizás sea para tomar impulso tal como ya sucedió hace unos meses después de unas declaraciones de Draghi. Además, hubo una minoría que reaccionó muy positivamente: el principal indicador bursátil (IBEX 35) creció y creció para la felicidad de las pocas familias que comen de este pastel (nótese que 20 familias y empresarios tienen al menos el 37% del IBEX 35). En el caso de estas ambas medidas-mentiras, se encaraman en otra gran mentira basada en la siguiente táctica: las soluciones son planteadas por afuera de la política, y entonces, quedamos a la deriva de salidas técnicas pero ancladas en una estructura política dominante. La política desaparece como gran truco de magia, y entonces, la encrucijada técnica es ideal para condicionar la toma de decisión. En el caso de la prima de riesgo, una vez hecho desaparecer algunas alternativas políticas, la disyuntiva técnica está entre prima que sube como la espuma con intereses usureros, o BCE comprando deuda a bajo interés. Claro, así, se elige pulpo. Pero esta elección, restringida por la gran mentira de la técnica como arma sustitutiva de la política, también está llena de otras mentiras. Primera: el BCE comprará deuda pública acudiendo al mercado secundario donde se presta dinero a bancos privados para que éstos sean quienes compren la deuda pública. La trampa es perfecta: el BCE presta dinero al 1% a la banca privada para que ésta compre deuda pública a un interés superior sin necesidad de especular. Esto es, la prima de riesgo se convierte así en prima de seguridad. Segunda: bajo esta modalidad, los vencimientos ya no serán a diez años, sino entre uno y tres años, condicionando aún más los tiempos de devolución del préstamo, y por lo tanto, de la política fiscal. Tercera: esto se hará sin relajación cuantitativa. Traducido al castellano: el dinero que inyecta el BCE comprando deuda pública será el mismo dinero que retire por otra vía. La cantidad destinada en compra de deuda pública será la misma que se despoje para otros fines, como por ejemplo créditos productivos, créditos a las pequeñas y medianas empresas. La obsesión monetarista por la inflación sigue siendo el eje de la UE neoliberal. Lo que te doy por allá, te lo quito por acá; así se evita supuestamente que no haya subida de precios que afecte principalmente al capital financiero, que sería el gran perjudicado en caso de inflación porque su dinero se devalúa en términos reales. Para las mayorías, la inflación comienza a ser un problema de segundo nivel, porque primero será disponer de un trabajo y un salario digno, y luego ocuparse que no le afecte la subida de precios. Los poderes financieros europeos vuelven a diseñar política para ellos, y poco le importan que la economía real tenga más restricciones de créditos para salir verdaderamente de esta recesión económica. Cuarta mentira: una notable novedad es la no consideración de las agencias de (des)calificación para esta deuda, de tal manera que cada banco privado podrá usar el titulo, aunque sea basura, porque tiene el aval del BCE, pudiendo así usarlo como garantía para obtener más financiación. Quinta, y la más importante de las mentiras: este préstamo al Estado en forma de compra de deuda pública viene sujeto a la pérdida paulatina de la escasa soberanía que nos va quedando. Se presta pero bajo condiciones ESM (en inglés, European Stability Mechanism), que es algo así como tener un hermano mayor, viviendo en Alemania, a quien ni conocemos ni votamos, y él irá decidiendo qué política social y económica se tendrá que tomar en cada momento. Sin embargo, frente a todas esta sarta de mentiras técnicas, ¿qué se podría hacer políticamente? Auditar deuda ilegítima, reestructurar la legítima, mutualizarla por la vía europea o comprar directamente en el mercado primario sin condicionantes sociales como ya se hacía mediante la monetización de la misma en los bancos centrales nacionales.

En el otro caso, la otra medida-mentira, la del banco malo, lo mismo: descartado los cambios por la vía política, se presentan dos alternativas hipócritamente embarnizadas como técnicas. Ayudar a los bancos o dejar que los clientes salgan perjudicados. De nuevo, pulpo. ¿Pero qué hay de verdad en toda esta operación de trasvase de deuda privada a la pública? El Estado pidió dinero prestado, también sujeto a más condicionantes en materia de política económica, y con ese dinero asume la ardua tarea de desintoxicar todos los activos de la banca privada para hacer frente a los pasivos. ¿Cómo lo hace técnicamente? El banco malo, según Real Decreto Ley 24/2012, es la única sociedad gestora de activos tóxicos. El banco malo se encargaría entonces de gestionar tales activos y asumir las posibles pérdidas; así el banco se convierte en muy bueno para que los bancos intoxicados sean saneados sin coste, y muy malo para los ciudadanos porque se asumen fiscalmente todas las pérdidas de esta operación. ¿Cómo lo podría hacer políticamente? Podría haber dejado que los bancos intoxicados quebraran y luego nacionalizarlos, atendiendo a todos los ciudadanos como es debido. Otra opción: quedarse con estos activos y dedicarlos a la economía social-real, poniéndolos en alquileres baratos. O en vez de un banco malo, realmente se podría haber creado un banco público bueno que se preocupara de los activos intoxicados para las familias españolas, y proceder a bajar el precio de estos inmuebles a partir una actualización, y buscar los mecanismos ventajosos para financiar la compra o facilitar la venta vía dación de pago, sin estar sometidos a embargos.

Nos mienten por todas partes. También nos mienten en nuestra capacidad de cambiar todo este chiringuito artificioso. El ilusionismo de ellos consiste en producir artificialmente efectos en apariencia maravillosos e inexplicables mientras se desconoce la causa que los produce. A ver si nosotros le ponemos algo de ilusión e ilusionismo para cambiar esta secuencia de mentiras.

Alfredo Serrano Mancilla
Doctor en Economía, Coordinador América Latina CEPS
Público.es
http://blogs.publico.es/dominiopublico/5976/nos-mienten/

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