Un autor clásico de los derechos de ciudadanía, como T. H. Marshall,
estableció que éstos se originan en una secuencia histórica, hilada por
actores que los impulsan, y que están adscritos al desarrollo de ese
artificio que denominamos Estado-nación, superándose en ese recorrido lo
que consideraba como el estrecho localismo precedente a la revolución
industrial. Así se van sucediendo las tradicionales generaciones de
derechos: civiles, políticos y sociales a lo largo de los tres últimos
siglos, promovidos por movimientos intelectuales de las burguesías
nacionales en las dos primeras generaciones, y por el movimiento obrero
la tercera generación, que culmina en el Estado de bienestar. Desde esta
mirada somos ciudadanos de un Estado, de un país y no de una ciudad o
de una localidad.
Sin embargo, en el marco de la globalización, la tendencia a la
pérdida de protagonismo y soberanía de los Estados nacionales -que
tuvieron el monopolio sobre la enunciación de la ciudadanía- supone un
freno al proceso permanente de construcción de la misma, poniéndose de
relieve otros niveles políticos y territoriales donde este proceso
continúa en su vertiente más activa. La entrada en escena de la
problemática ambiental y la creciente multiculturalidad se expresan en
nuevos fenómenos, que tienen su proyección en una ampliación de las
generaciones de derechos y en los movimientos sociales que los activan.
Así, emergen los derechos ambientales, como cuarta generación de
derechos, que no pueden circunscribirse a un territorio demarcado, sino
al conjunto del planeta. Entran en juego los derechos de la humanidad a
un patrimonio que es común, en primer lugar ambiental, pero extensible a
todo el patrimonio cultural, histórico, económico y a un medio social
exento de violencia. De otra parte, la creciente intensidad del contacto
y relación desigual entre las diferentes culturas y comunidades
territoriales pone de manifiesto el desarrollo de los nuevos derechos
culturales. El derecho de los pueblos, de las minorías, de los
territorios, de las culturas… Los derechos de la humanidad solo se
garantizan con una quinta generación de derechos que amplían y
profundizan la calidad de la democracia, haciéndola más participativa y
reflexiva. El derecho de los grupos humanos (culturales, étnicos,
migrantes…) a ser los principales protagonistas de la gestión de sus
recursos y de su desarrollo. La ciudadanía no será plena si los
ciudadanos no tienen la oportunidad de participar activamente en la
consecución de la satisfacción de sus necesidades y este proceso se
inicia y se proyecta desde la esfera del mundo de la vida cotidiana. El
acceso a la política empieza en el propio cuerpo, en el territorio, en
el ámbito de la vida cotidiana y se proyecta a lo universal que, a su
vez, enriquece y favorece la emancipación de la comunidad territorial.
De este modo, se establece una fuerte interactividad entre la
creciente conciencia de ciudadanía universal y la identidad local,
desarrollando una comunicación bidireccional que se sustancia en la
conocida proclama: “pensar globalmente y actuar localmente”;
completándose con su reverso: “pensar localmente y actuar globalmente”.
Se trata de potenciar a las identidades particulares, desde su
asociación con la promoción de principios universalistas como los
derechos humanos. De tal manera, el objetivo de los movimientos sociales
contemporáneos es una ciudadanía democrática e inclusiva que tiene una
doble dirección: particularizar los valores universales y universalizar
las identidades particulares. En definitiva, tienen el reto de conjugar
las distintas posiciones de un sujeto ético que es, a la vez, unitario y
heterogéneo, proclamando una nueva identidad de identidades, situándose
en disposición de buscar una múltiple vinculación: temática y
sectorial, entre culturas y colectivos, entre escalas y entre agencias…,
que solo puede construirse a través de la cooperación de
autosuficiencias articuladas.
—————————-
Julio Alguacil Gómez es profesor titular y Director
del Departamento de Ciencia Política y Sociología en la UC3M. Centra su
actividad investigadora en sociología urbana, movimientos sociales,
desarrollo local, exclusión social, políticas locales y participación
ciudadana, habiendo participado y dirigido para diversas
administraciones públicas y entidades sociales, distintos estudios
relacionados con estas áreas de investigación que han dado lugar a más
de un centenar de publicaciones.
La Marea
No hay comentarios:
Publicar un comentario