sábado, 7 de diciembre de 2013

Movimientos sociales y derechos de ciudadanía, indisociables

Un autor clásico de los derechos de ciudadanía, como T. H. Marshall, estableció que éstos se originan en una secuencia histórica, hilada por actores que los impulsan, y que están adscritos al desarrollo de ese artificio que denominamos Estado-nación, superándose en ese recorrido lo que consideraba como el estrecho localismo precedente a la revolución industrial. Así se van sucediendo las tradicionales generaciones de derechos: civiles, políticos y sociales a lo largo de los tres últimos siglos, promovidos por movimientos intelectuales de las burguesías nacionales en las dos primeras generaciones, y por el movimiento obrero la tercera generación, que culmina en el Estado de bienestar. Desde esta mirada somos ciudadanos de un Estado, de un país y no de una ciudad o de una localidad.

Sin embargo, en el marco de la globalización, la tendencia a la pérdida de protagonismo y soberanía de los Estados nacionales -que tuvieron el monopolio sobre la enunciación de la ciudadanía- supone un freno al proceso permanente de construcción de la misma, poniéndose de relieve otros niveles políticos y territoriales donde este proceso continúa en su vertiente más activa. La entrada en escena de la problemática ambiental y la creciente multiculturalidad se expresan en nuevos fenómenos, que tienen su proyección en una ampliación de las generaciones de  derechos y en los movimientos sociales que los activan.

Así, emergen los derechos ambientales, como cuarta generación de derechos, que no pueden circunscribirse a un territorio demarcado, sino al conjunto del planeta. Entran en juego los derechos de la humanidad a un patrimonio que es común, en primer lugar ambiental, pero extensible a todo el patrimonio cultural, histórico, económico y a un medio social exento de violencia. De otra parte, la creciente intensidad del contacto y relación desigual entre las diferentes culturas y comunidades territoriales pone de manifiesto el desarrollo de los nuevos derechos culturales. El derecho de los pueblos, de las minorías, de los territorios, de las culturas… Los derechos de la humanidad solo se garantizan con una quinta generación de derechos que amplían y profundizan la calidad de la democracia, haciéndola más participativa y reflexiva. El derecho de los grupos humanos (culturales, étnicos, migrantes…) a ser los principales protagonistas de la gestión de sus recursos y de su desarrollo.  La ciudadanía no será plena si los ciudadanos no tienen la oportunidad de participar activamente en la consecución de la satisfacción de sus necesidades y este proceso se inicia y se proyecta desde la esfera del mundo de la vida cotidiana. El acceso a la política empieza en el propio cuerpo, en el territorio, en el ámbito de la vida cotidiana y se proyecta a lo universal que, a su vez, enriquece y favorece la emancipación de la comunidad territorial.

De este modo, se establece una fuerte interactividad entre la creciente conciencia de ciudadanía universal y la identidad local, desarrollando una comunicación bidireccional que se sustancia en la conocida proclama: “pensar globalmente y actuar localmente”; completándose con su reverso: “pensar localmente y actuar globalmente”.  Se trata de potenciar a las identidades particulares, desde su asociación con la promoción de principios universalistas como los derechos humanos. De tal manera, el objetivo de los movimientos sociales contemporáneos es una ciudadanía democrática e inclusiva que tiene una doble dirección: particularizar los valores universales y universalizar las identidades particulares. En definitiva, tienen el reto de conjugar las distintas posiciones de un sujeto ético que es, a la vez, unitario y heterogéneo, proclamando una nueva identidad de identidades, situándose en disposición de buscar una múltiple vinculación: temática y sectorial, entre culturas y colectivos, entre escalas y entre agencias…, que solo puede construirse a través de la cooperación de autosuficiencias articuladas.
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Julio Alguacil Gómez es profesor titular y Director del Departamento de Ciencia Política y Sociología en la UC3M. Centra su actividad investigadora en sociología urbana, movimientos sociales, desarrollo local, exclusión social, políticas locales y participación ciudadana, habiendo participado y dirigido para diversas administraciones públicas y entidades sociales, distintos estudios relacionados con estas áreas de investigación que han dado lugar a más de un centenar de publicaciones.
La Marea

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